El Real Monasterio de la Encarnación y el milagro de la sangre de San Pantaleón

Madrid guarda innumerables leyendas, secretos y misterios, pero sin duda, uno de los más curiosos es el que cada 26 de julio, víspera del martirio de San Pantaleón tiene lugar en el Real Monasterio de la Encarnación.

Real Monasterio de la Encarnación El Real Monasterio de la Encarnación en 1915

 En este monasterio se conserva en el interior de una ampolla de cristal la sangre de San Pantaleón, un mártir cristiano del siglo III. Durante todo el año la sangre se conserva en estado sólido en el interior de la ampolla que la contiene, pero cada 26 de julio, víspera del día en el que San Pantaleón fue martirizado, da comienzo un misterioso proceso que hace que esté completamente líquida el día 27, fecha en la que el santo fue decapitado. Si esto ocurre, se asegura que podemos estar tranquilos, si no fuese así y la sangre permaneciera en estado sólido sería un mal augurio, un aviso de que una gran desgracia se avecina, como efectivamente ocurrió en alguna ocasión.

 Un poco de historia

Felipe III por Pedro Antonio Vidal - Museo del Prado Margarita de Austria por Juan Pantoja de la Cruz - Museo del Prado

La reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, fundó este monasterio en 1611 movida por el fervor religioso que le inspiró la Madre Mariana de San José, a la que había conocido en Valladolid cuando la corte se trasladó a esa ciudad castellana. Sin embargo, la reina no pudo ver terminada la obra ya que fallecería poco después, el 3 de octubre de 1611, a consecuencia de complicaciones en el parto del último de los ocho vástagos que tuvo con el rey Felipe III. Sería por tanto el monarca quien, honrando la memoria de su difunta esposa, llevaría a buen término la fundación conforme a las directrices marcadas por la reina. Para ello se creó una fundación que se dedicaría al culto del Santísimo Sacramento, dentro de las pautas que marcó el Concilio de Trento mediante la aprobación de bulas y breves otorgados por los Papas, cuyo objetivo era establecer comunidades contemplativas que aseguraran sufragios perpetuos en beneficio de los monarcas fundadores y sus descendientes. Sigue leyendo