La iglesia de San Pedro el Viejo. Ocho siglos de historia, leyendas y misterios.

La Iglesia de San Pedro el Viejo no es una de esas iglesias que llamen la atención por su belleza o su espectacular arquitectura. Ni siquiera su interior, tras los sucesivos expolios sufridos durante la II República y la Guerra Civil es lo que fue en su día, y sin embargo, su historia, los misterios y leyendas que la rodean, bien merecen que se le dedique una entrada en este vuestro blog, para que, a partir de ahora, siempre que bajéis por la calle Segovia, al llegar a la altura de la calle del Nuncio, miréis hacia vuestra izquierda, sabiendo que ocho siglos de historia de la Villa y Corte os contemplan desde su sencilla arquitectura y su esbelta torre mudejar. Estaréis contemplando una de las iglesias mas antiguas de Madrid.

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“Pequeña pero venerable parroquia, acaso la mas antigua de las existentes, enclavada en el corazón del viejo Magerit, al final de la calle del Nuncio, rodeada por las calles de Segovia, Costanilla de San Pedro y travesía del Nuncio, entre las que emerge, dominando el cotarro como una pequeña catedralita que atrae hacia si las líneas vitales del burgo que acoge a su divina protección” (Fernando Chueca Goitia – El semblante de Madrid)

Un poco de historia

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Junto a la Iglesia de San Nicolás de los Servitas, forman una pareja única, por ser las dos iglesias mas antiguas de Madrid y por tener las dos únicas torres de estilo mudejar que se conservan. Ambos templos aparecen ya mencionadas en el Fuero de Madrid 1202, aunque existen dudas acerca de si esta primera iglesia de San Pedro, estuvo situada en el mismo lugar donde se encuentra a día de hoy San Pedro el Real, que ese fue su nombre hasta 1891, como veremos mas adelante, o por el contrario, en un principio estuvo situada cerca de Puerta Cerrada, entre la Cava Baja y calle del Nuncio. En cualquier caso, lo que si parece cierto, es que, la primitiva iglesia de San Pedro, fue mandada construir por Alfonso XI en el siglo XIV, en acción de gracias por su victoria sobre los infieles en el sitio de Algeciras el 28 de marzo de 1344, Domingo de Ramos.

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Y es justo en este punto, en los orígenes de San Pedro el Real, donde nos sale al encuentro la primera de las leyendas en torno a este templo, según la cual, la construcción de esta iglesia en el lugar que hoy ocupa, se debió a una decisión de Alfonso XI que, muy enojado por la victoria de los infieles en una batalla entre niños cristianos y moros, ocurrida el día de San Pedro, ordenó que se destruyera esta parte de la morería y que en el sitio antes ocupado por una mezquita, se edificara un templo cristiano dedicado a San Pedro. ¿Nos quedamos con la realidad o con la leyenda?

La Latina (124)

Lamentablemente, de esta época tan solo se conserva la capilla gótica de los Lujanes y la torre mudéjar con sus pequeñas ventanas arábigo-bizantina, ya que, con el paso de los años, esta primera construcción se vino abajo, no quedando en pie nada más que lo antes citado, de modo que en el siglo XVII, el arzobispo de Brindisi, Lorenzo Reinoso, mandó reformar el templo, adjudicándose los trabajos al arquitecto Francisco Sanz Cortés, que concluyeron en 1661. Durante la Guerra de la Independencia, el templo fue asaltado y expoliado por los franceses, quedando en un estado lamentable, realizando su reconstrucción gracias al Arzobispado de Toledo y la colaboración y las donaciones de las cofradías, pero en 1886, San Pedro el Real volvió a amenazar ruina, planteándose entonces derribar el templo y edificar uno nuevo en la calle Carretas, aunque felizmente, este proyecto nunca se llevó a cabo.

De San Pedro el Real a San Pedro el Viejo

Con el edificio en ruinas, en 1891 se tomo la decisión de trasladar las funciones de la parroquia a la iglesia de la Paloma, que, paso a denominarse de modo oficial de San Pedro el Real, aunque para todos los madrileños seguiría siendo la Paloma, así que, para distinguir ambos templos, los madrileños buscaron una nueva denominación para la iglesia original, evitando de ese modo posibles confusiones.

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Y así fue como el templo de la Calle del Nuncio comenzó a conocerse popularmente como San Pedro el Viejo, en honor a su antigüedad. Desde entonces, todo el mundo que quería referirse al templo ubicado en la Calle del Nuncio, lo hacía de esta forma, cayendo en el olvido el nombre original de San Pedro el Real. A partir de este momento, tras una restauración parcial, el templo paso a depender de la parroquia del Buen Consejo, con sede en la Real Colegiata de San Isidro.

San Pedro el Viejo durante la guerra Civil

La iglesia de San Pedro el Viejo se salvó de la quema de conventos de mayo de 1931, pero sufriría graves daños durante la Guerra Civil, cuando su interior fue desmantelado, perdiéndose en el proceso importantes obras de arte, principalmente tallas, retablos y pinturas.

La arquitectura sobria y sencilla de San Pedro el Viejo

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San Pedro el Viejo, presenta planta basilical con pequeñas naves laterales, con la cabecera desalineada debido, bien a las formas del solar de la antigua mezquita sobre la que se construyó, o a que se opto por seguir la alineación de los otros edificios de la calle del Nuncio. El templo esta cubierto por bóvedas de cañón en la nave central, con lunetos y ventanas, mientras las naves laterales se cubrieron a base de bóvedas de arista. Sobre la capilla mayor podemos ver una cúpula elíptica sobre pechinas, diseñada por Lorenzo Hernández de Medina, mientras que la bola y la cruz del remate son de Juan Calero, doradas por Clemente de Ávila en 1768. No obstante, el edificio se ha visto arruinado y restaurado en tantas ocasiones, que finalmente ha terminado por convertirse en una mezcla heterogénea de elementos y estilos arquitectónicos decorativos difícil de clasificar, pero no exenta de encanto. Incluso su esbelta torre mudejar presentó elementos de estilo herreriano a lo largo de su dilatada historia.

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Junto a la torre, a los pies de la nave central, podemos ver una portada de estilo renacentista, cerrada mediante una reja de hierro forjado realizada en 1776, que en la actualidad se encuentra cegada y sin la breve escalinata que le daba acceso desde la Costanilla de San Pedro.

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La entrada al templo se encuentra en la fachada lateral que da a la plaza de San Pedro, a través de una portada realizada en 1794 por Pedro Celestino Bartolomé en sillería. Sobre la portada y tras las últimas restauraciones, podemos ver una hornacina vacía, en principio prevista para situar en ella una estatua de piedra de San Pedro y a ambos lados, escudos reales de la época del emperador Carlos V.

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Sobre la antigua puerta que daba acceso a la sacristía, podemos ver un escudo de Madrid anterior a 1500, en el que ya aparecen el oso, representando a los viejos pobladores y cazadores de Madrid y el madroño como símbolo de los agricultores.

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En cuanto al interior del templo, el retablo mayor es obra de Sebastián de Benavente, realizado en 1671 en estilo barroco, dorado por Francisco Sánchez y ensamblado por Fernando de Benavente. Está formado por columnas salomónicas y rematado por un ático semicircular. En el centro se encuentra una imagen del siglo XIX de la Inmaculada Concepción y a ambos lados, pinturas de San Francisco de Asís y Santa Isabel de Hungría, obras de la escuela de Vicente Carducho del siglo XVII.

La Crucifixión de San Pedro - Guido Reni

En el ático, La Crucifixión de San Pedro, de Juan Bautista Caturnio, una extraordinaria copia del original de Guido Reni, pintado por encargo del Cardenal Pietro Aldobrandini para San Pablo alle Tre Fontane, que actualmente se encuentra en los Museos Vaticanos, y a los lados, sendos escudos realizados por Manuel Pérez en 1709, autor asimismo de los ángeles situados en la parte superior. A ambosA ambos lados de este retablo, sustituyendo a las tallas de San Pedro y San Pablo, obras ambas de Manuel Gutiérrez, destruidas en 1936, se encuentran dos cuadros del siglo XVII, representando a San Francisco de Asís y Santa Isabel de Hungría.

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En las cabeceras de las naves laterales se encuentran las antiguas capillas de los Lujan y del Cristo de las Lluvias, actualmente de la Cofradía de la Virgen del Perpetuo Socorro y del Santísimo, respectivamente. La capilla de los Lujan conserva la bóveda gótica de nervaduras de su fábrica primitiva, aunque la estatua en alabastro de don Antonio de Luján, arzobispo de Mondoñedo, encargada por su hermano, Francisco de Luján, general de la Armada de Felipe II, que en ella se hallaba, se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico Nacional.

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Asimismo, merece la pena destacar la hornacina con la imagen del Santo Niño del Remedio, el magnífico órgano barroco realizado por el maestro Pedro Liborna Echevarría en 1709, un Cristo crucificado de gran belleza y expresividad, situado a la derecha de la capilla de la Virgen del Perpetuo Socorro, así como algunas lápidas situadas en las paredes del templo, como la de un caballero de la Orden de Calatrava, de nombre Rodrigo de Vargas, quien dejó un juro de 32.500 maravedíes para que lo den en pan cocido a los pobres de esta iglesia, o la lapida perteneciente a un nuncio apostólico, fallecido en 1754.

Leyendas y misterios en torno a la iglesia de San Pedro el Viejo

Ocho siglos de historia dan para mucho y San Pedro el Viejo guarda entres sus muros centenarios, algunos de los misterios y leyendas mas curiosos e interesantes de la Villa y Corte de Madrid, como los exorcismos que se llevaron a cabo en el siglo XVII, el misterio del caballero que apareció emparedado tras uno de sus muros o las leyendas en torno a sus campanas. 

«La iglesia de San Pedro el Real siempre llamó la atención por su pobreza, a pesar de su antigüedad y el mérito. Incluso tiene su leyenda, la cual dice que existía una gran campana que por su tamaño y peso no se podía subir y una mañana amaneció puesta y desde entonces tenía poderes para alejar tempestades y tormentas, ante tal punto que cuando era utilizada decían «huyamos, que tocan la campana de San Pedro». (Pedro de Répide – Las calles de Madrid)

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Exorcismos en San Pedro el Real

Se cuenta que, antiguamente, dentro de la parroquia de San Pedro el Real se celebraban exorcismos que llevaba a cabo el calabrés Genaro Andreini, al que el mismísimo Francisco de Quevedo dedicó un romance. Quevedo sitúa las primeras escenas de uno de sus sueños, El alguacil endemoniado, en las gradas de San Pedro, para luego escenificar en la sacristía las charlas con el licenciado cabarés, que en poco tiempo se convirtió en uno de los exorcistas más famosos de Madrid a comienzos del siglo XVII. Genaro Andreini vino a España de peregrino para visitar el santo sepulcro del apóstol Santiago en Galicia, pero antes permaneció un tiempo en Madrid donde alcanzo una gran popularidad gracias a los exorcismos que llevaba a cabo en San Pedro el Real, donde una legión de personas venidas de diferentes puntos de Castilla, acudían para ser exorcizados, creyendo estar poseídos por el mismísimo Satán. El exorcista italiano, no solo no se mostraba escéptico ante dichas posesiones del maligno, sino todo lo contrario, lo que hacía que el populacho se sugestionase, aumentando día tras día el numero de supuestos casos de posesión. Finalmente, el Santo Oficio intervino, poniendo coto a este escándalo al expulsar del reino a Andreini, con lo que los casos de posesión demoníaca finalizaron. 

Este episodio sirvió para que, Francisco de Quevedo, se mofase del exorcista calabrés, valiendose de su ingenio y sus versos.

“Venid, viejas, a San Pedro, / venid, que ya está el beato / Andreini con hisopos
 / preparado a sacar diablos”

 (Francisco de Quevedo y Villegas)

El Emparedado de San Pedro el Real

Otro de los misterios de San Pedro el Real, es la historia del emparedado, que se narra en el libro «A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid: historia de su antigüedad, nobleza y grandeza», del Licenciado Jerónimo de Quintana, clérigo presbítero, notario del Santo Oficio de la Inquisición y rector del hospital de La Latina, que nació y vivió en Madrid a caballo entre los siglos XVI y XVII. 

«Poco después se cayo un quarto del lado de la sacristía, y trajo tras si un pedazo de la pared de la iglesia, y con su ruina quedo descubierto en un hueco della, un cuerpo entero co su peto y espaldar, y la cabeza solamente comida, y despegada del cuerpo, de persona principal, según parece, por enterrarle armado en hueco de pared y no en el suelo» (Jerónimo de Quintana)

Gerónimo de Quintana

Cuenta el siniestro hallazgo, que tuvo lugar en el siglo XVI, que tras derrumbarse uno de los muros de la sacristía de San Pedro el Real, apareció la momia de un hombre que había sido enterrado de pie. El cuerpo estaba perfectamente conservado con su peto, su espaldar y sus ropas intactas, sólo la cabeza, al no haber sido embalsamada, se encontraba en mal estado.

 Fue tal el asombro y la sorpresa que produjo tal hallazgo, que se decidió exponerlo durante unos días para que los siempre curiosos madrileños pudiesen contemplar al misteriosos caballero, hasta que finalmente volvieron a darle cristiana sepultura en el mismo lugar donde apareció, aunque en la actualidad, no se tiene certeza de que siga enterrado entre los muros de San Pedro ya que no hay ninguna inscripción o lápida pueda seguir emparedado tan misterioso caballero. 
Nunca se pudo averiguar quien era, aunque se cree que debió tratarse de un personaje importante, al haber sido enterrado de pie y con sus armas, una forma de enterramiento habitual entre los nobles.

Las Campanas de San Pedro el Real

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Hasta el siglo XVI hubo en San Pedro una campana de tal tamaño, que nadie se explicaba cómo podía haber sido izada hasta lo alto del campanario. La leyenda asegura que los obreros que debían izarla, al no encontrar forma humana de hacerlo, agotados y exhaustos por el esfuerzo, decidieron seguir intentandolo al día siguiente, dejando la campana apoyada contra uno de los muros de la iglesia, hasta encontrar una solución a tan grave problema. Cual no seria su asombro, cuando, a la mañana siguiente los vecinos del barrio se despertaron sobresaltados debido a los tañidos de la gigantesca campana, que había aparecido colocada en el campanario sin que nadie pudiera explicar ni quien, ni como, ni cuando. Afirman las crónicas del lugar que la campana de San Pedro gozaba de merecida fama en la Villa y Corte de Madrid. Se hacía sonar para espantar nublados, rotativas de lluvia, anunciar epidemias, ahuyentar los espíritus diabólicos… y aseguran que, a veces, se volteaba sola, aunque lo mas verosímil y probable, es que algún sacristán fuera pagado por los agricultores, que tenían en San Pedro su propia capilla, bajo la advocación del Cristo de las Lluvias que sonasen cuando les resultaba conveniente, lo que hizo que rápidamente se corriera la voz de que, las campanas de la torre de San Pedro el Real, destruían las nubes de pedrisco que tanto daño hacían al campo. Finalmente, una madrugada de 1565, tan gran campana termino por quebrarse, debido a su enorme peso. De sus piezas fundidas se hicieron dos campanas mas pequeñas que estuvieron en el campanario de San Pedro hasta 1801, año en que fueron sustituidas por la actual, aun mas pequeña.

La última de las leyendas en torno a la iglesia de San Pedro el Real o el Viejo, como prefiráis, nos cuenta, que, aquellas campanas repicaban, sin que nadie las hiciera sonar, en los momentos mas difíciles de la historia de Madrid, cuando se avecinaba una tragedia o como lamento por las consecuencias de la misma, asegurando que su inconfundible sonido se dejo oír cuando murió Felipe II, durante la invasión de los franceses y la posterior Guerra de la Independencia, y en las epidemias de peste que asolaron Madrid con demasiada frecuencia.

La Archicofradía de Jesus el Pobre

En San Pedro el Viejo, en un retablo reconstruido tras la Guerra Civil, utilizándose partes del antiguo, como fueron las columnas salomónicas, se encuentra una de las imágenes más veneradas por los madrileños.

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Se trata de una imagen de Jesús Cautivo, conocida por todos los madrileños como Jesús el Pobre, llamado así para diferenciarle del Jesús de Medinaceli. Una talla de madera policromada para vestir, esculpida en Sevilla a finales del siglo XVIII, cuya autoría se atribuyó durante mucho tiempo al escultor de Archidona afincado en Sevilla, Juan de Astorga Cubero. Aun no teniendo constancia cierta de la autoría de la talla, lo cierto es que las facciones de Jesús el Pobre, muestran los esquemas delicados y elegantes del artista sevillano, recordando en algunos de sus rasgos faciales, como la caída de los párpados, la afilada nariz o los labios entreabiertos, como si estuviera a punto de hablar, a algunas de las tallas realizadas por este artista. 1812 fue trasladada a Madrid como regalo de María Joaquina de Benavides Pacheco, condesa de Santisteban y duquesa de Medinacelli, que hasta entonces la custodiaba en la sevillana Casa de Pilatos.

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En un moderno retablo, situado en la capilla que se encuentra a la izquierda de la entrada al templo, se encuentra una imagen de vestir de María Santísima del Dulce Nombre en su Soledad, cotitular de la Archicofradía de Jesús el Pobre, fundada en 1940, realizada en 1999 por la escultora sevillana Lourdes Hernández.

Semana Santa en Madrid (107) Semana Santa en Madrid (113)

Ambas imágenes salen los Jueves Santos en procesión por las calles del Madrid de los Austrias, y la escena de los costaleros, sacando casi de rodillas a Jesús el Pobre, para no dañar la talla con el dintel de la puerta, acompañados por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Nazareno El Pobre, es una de esas imágenes imborrables que nos ofrece Madrid. Para sacar la imagen de la Virgen del Dulce Nombre, de mayor altura que la de Jesús el Pobre, es necesario que los anderos se pongan de rodillas y avancen lentamente soportando el peso del paso, lo que obliga a que la mitad de los anderos tengan que retirarse. Al finalizar la procesión, tras aproximadamente siete horas de recorrido, en la plaza de San Pedro, se encuentran las dos imágenes, inclinando los anderos la imagen de Jesús a modo de reverencia ante la Virgen, su madre.

San Pedro el Viejo, con su esbelta y sobria torre mudéjar, es uno de los pocos edificios madrileños, que nos permite retroceder en el tiempo, hasta una época en la que Madrid, ni tan siquiera era aun Villa y Corte y mucho menos, capital de España.

San Pedro el Real en el Plano de Teixeira

Iglesia de San Pedro el Viejo

Calle del Nuncio, 14, 28005 Madrid

Horario de apertura: Lunes, martes, miércoles, jueves y sábado 9:00-12:30 y 17:00-20:00.
Viernes 7:00-21:00.
Festivos 8:00-12:30.